Todos los diagnósticos tienen su complejidad para realizarlos, en mayor o en menor medida, y esta complejidad a menudo va unida a diversos factores como la edad, sintomatología primaria y secundaria, cuadros asociados, etc. Y uno de los cuadros que engloba una mayor sintomatología son los TEA. Hay diversos subtipos de TEA que sí son más evidentes y se diagnostican de manera más «directa», como lo son [usando la antigua clasificación diagnóstica del DSM-IV] los tipo Autista y Trastorno Autista de Alto Funcionamiento [personalmente, me gusta utilizar dicha clasificación porque se diferencia de forma más «clara»] y otros cuadros que presentan una mayor dificultad diagnóstica en ocasiones, siendo estos, el Síndrome de Asperger y el TGD-i [antigua clasificación diagnóstica del DSM-IV]. En la actualidad, estos dos cuadros se denominan como cuadros TEA grado 1 [por lo general, y siempre y cuando la afectación cognitiva no esté acentuada en un grado «muy significativo» a nivel global]. Mientras que los cuadros tipo Autista y Trastorno Autista de Alto Funcionamiento se incluirían en los grados 3 y 2 [del actual DSM-5].

 

A continuación especificaré aquellos otros trastornos del neurodesarrollo que presentan sintomatología o rasgos similares [algunos de ellos] con los cuadros TEA grado 1 [Síndrome de Asperger y TGD-i]:
A. Trastorno de Aprendizaje No Verbal [TANV].
B. Trastorno de la Comunicación Social [Pragmático].
C. Síndromes Neurocognitivos Prefrontales del Desarrollo.
D. Síndrome Neurocognitivo Hemisférico Derecho del Desarrollo [Genérico].
E. Síndrome Neurocognitivo Prefrontal – Pragmático/Social del Desarrollo [definido por José Mª Valderrama, 2020].
F. TEL «plus».
G. Otros.

 

Llevar a cabo el diagnóstico diferencial TEA vs cuadros «con rasgos similares» como los mencionados previamente, requiere de experiencia clínica en la exploración de dichos cuadros, ya que puede llevar a errores en la filiación. Aunque por supuesto, en muchos casos, la diferencia entre unos y otros es tan leve o mínima, que la especificación de ellos se hace realmente díficil. En mi experiencia, no existe ninguna prueba estandarizada que sea determinamente para el diagnóstico TEA, ni tan siquiera el ADI-R y el ADOS. Encontrándome en numerosas ocasiones informes de pacientes pediátricos, en los que «pasaban» el punto de corte «para TEA» en dichas pruebas [ADI-R y ADOS], concluyéndose el diagnóstico de TEA, sin que lo fueran finalmente, siendo por tranto otros cuadros del neurodesarrollo con rasgos o sintomatología similar. Las pruebas estandarizadas son herramientas complementarias de gran ayuda [pruebas cuantitativas] pero lo que realmente es fundamental para el diagnóstico, es la exploración cualitativa.

 

 

Aprende a diferenciarlos

En relación con este tema, tenemos diversos cursos de formación en el que el alumno/a obtendrá los conocimientos básicos teóricos así como su aplicación práctica, así como los protocolos de exploración específicos, diagnóstico diferencial, etc.

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José Mª Valderrama
Neuropsicólogo Pediátrico
Nº Col. AN08272